Misa Azul -29 de septiembre de 2020

Cada año nos reunimos aquí en la Catedral de St. James para honrar y orar por nuestros socorristas en el Día de la Fiesta de San Miguel Arcángel, el patrón de los Socorristas. En la mañana de este día el año pasado, un oficial de patrulla de Florida Hwy, Tracy Vickers, fue asesinado en la carretera estatal 408. Es justo y necesario como dicen las Sagradas Escrituras orar por todos los que nos sirven y protegen. A lo largo de los años, he conocido a familias de socorristas caídos, esposas, esposos, hijos y padres. Recuerdo a la madre del Comisario del Condado de Orange, Norman Lewis, venir de la costa oeste para este servicio. Ella nos agradeció por recordar a su hijo, Norman, en nuestras oraciones. Hoy oramos por todos nuestros socorristas caídos y sus familias.

También estamos aquí hoy para orar por la seguridad y el bienestar de todos los que sirven como socorristas. Nuestro mundo de hoy es difícil y desafiante. Ustedes deben tomar decisiones en fracciones de segundo en materia de vida o muerte, situaciones que pueden poner en peligro no solo sus vidas sino también las vidas de los demás. En el libro del Apocalipsis escuchamos que el mal fue confrontado por San Miguel Arcángel y conquistado por Dios. Ustedes, como los primeros en responder, enfrentan el mal en el mundo a diario, pero no deben dejar que el mal los venza. Esto puede suceder cuando perdemos el respeto por nosotros mismos o por los demás y nos volvemos insensibles y desconectados frente a tanta violencia y sufrimiento sin respuestas fáciles a todos los problemas que se dan dentro de nuestras comunidades. Lamentablemente, estos son el efecto del mal que nos rodea en nuestra vida diaria.

Las Sagradas Escrituras recuerdan pruebas y tribulaciones. Jamás debemos darnos por vencidos. Recordemos que están la fe, la esperanza y el amor. La fe nos sostiene, la esperanza nos ayuda a perseverar y el amor nos da la fuerza para resistir.

A lo largo de los siglos, la Iglesia también se enfrenta al mal, como el acto de abuso sexual. Información como esta siempre es dolorosa, para las víctimas y sus familias, para la comunidad de fe, para nuestros religiosos, para nuestros sacerdotes. Sin embargo, Dios nos llama a enfrentar la verdad por el bien de los perjudicados y desarmar al mal sacando a los delincuentes, que lamentablemente eran nuestros hermanos y hermanas. Nosotros teníamos que llegar a la verdad y tomar buenas decisiones, pero difíciles.

La Iglesia encontró a la comunidad policial como una fuente de ayuda para erradicar los males del abuso sexual. El colegio universitario John Jay College of Criminal Justice en Nueva York hizo un estudio nacional de todas nuestras diócesis y aconsejó y formuló procedimientos que ayudan a la Iglesia hoy. Los procesos y procedimientos de aplicación de la ley ayudaron a establecer políticas para combatir el mal del abuso sexual. Su consejo sobre la toma de huellas dactilares y la verificación de antecedentes penales fue fundamental para ofrecer a la Iglesia un entorno seguro para el pueblo de Dios. Estoy agradecido a nuestra junta de revisión diocesana a la cual pertenece un representante de las fuerzas del orden cuyo consejo me ayuda a mantener seguros a aquellos a quienes servimos.

Cada año confiamos en nuestros socorristas para que nos ayuden durante la temporada de huracanes, no sólo para garantizar nuestra seguridad antes de que ocurran las tormentas, sino también para responder desinteresadamente a la recuperación. ¿Cuántos socorristas no se han sacrificado y acudido de inmediato en ayuda de las víctimas de huracanes y terremotos en otros estados y otros países?

Hace unos años pedimos a nuestros socorristas que revisaran nuestros edificios y aulas para asegurar que estuvieran a salvo de cualquier intruso e iniciamos protocolos de seguridad adicionales con este propósito. Muchas de nuestras parroquias utilizan socorristas para ayudar con el control del tráfico y las medidas de seguridad los domingos.

Incluso más recientemente, confiamos en nuestros socorristas cuando un intruso arrojó una bomba en una de nuestras iglesias, Queen of Peace en Ocala. Investigadores del cuerpo de bomberos, rescate y la policía se unieron para ayudar a esta comunidad parroquial y nos recordaron la misericordia de Dios ya que nadie resultó herido.

Durante el tiempo de la pandemia consideramos heroico el trabajo de nuestros socorristas al ustedes atender a quienes necesitan transporte o se enferman sin pensar en su propia seguridad. Ustedes responden con prontitud a las llamadas realizadas por personas en peligro y escuchan sus gritos de auxilio. Ustedes son la imagen de nuestro Dios misericordioso cuando por su intervención adolescentes son rescatados del tráfico de personas. Ha sido un honor para nosotros trabajar junto a ustedes para servir a estos desamparados.

Su simple respuesta es “Sólo estoy haciendo mi trabajo”. Su humildad demuestra que ustedes están dedicados y comprometidos a servir para proteger con orgullo y valentía.

Ustedes están dedicados y comprometidos. Quizás ustedes hayan perdido la cuenta, pero nosotros alabamos a Dios por esos adultos y niños que han sido rescatados de una casa o automóvil en llamas, por las víctimas de sobredosis de drogas que ustedes han encontrado y salvado con sus acciones. Nosotros recordamos a los bebés que ustedes han ayudado traer al mundo de manera segura y a los jóvenes a quienes ustedes inspiran y asesoran a través de programas comunitarios.

El espíritu del trabajo de la Teniente Debra Clayton con los niños sigue vivo al recordar su bondad para con ellos. La recordamos aquí hoy en nuestras oraciones.

¡Qué orgullosos estamos de todos ustedes que sirven como socorristas!

Durante un momento muy doloroso y difícil en la historia de nuestro país, Thomas Paine en 1776 escribió estas famosas palabras: “Estos son los tiempos que prueban el alma de los hombres”. Él continuó alentando a las colonias a permanecer juntas y luchar y, finalmente, lograr su objetivo de libertad, justicia y paz.

En esta fiesta de su patrón, San Miguel Arcángel, oramos para que el Dios Bondadoso y Nuestro Salvador Jesucristo cuiden y salvaguarden a todos nuestros socorristas, los protejan y los guíen, le den fuerza y coraje, sabiduría y conocimiento, y les devuelvan sanos y salvos a sus casas. Oramos y recordamos especialmente a todos los socorristas heridos en el cumplimiento del deber, pedimos por su sanación y recuperación. Señor, oramos por nuestros socorristas fallecidos para que descansen en la paz de Cristo para siempre. Amén.

29 de septiembre de 2020, 12:10 pm
Iglesia Catedral de Santiago Apóstol
Homilía del Obispo John Noonan

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