El perdón – Septiembre 2020

“Perdona a tu prójimo el daño que te ha hecho,

así cuando tú lo pidas,

te serán perdonados tus pecados”.

Eclesiástico 28, 2

Mis hermanos y hermanas en Cristo:

El miércoles 26 de agosto, durante su catequesis para la audiencia general, el Papa Francisco dijo: “Ante la pandemia y sus consecuencias sociales, muchos corren el riesgo de perder la esperanza. En este tiempo de incertidumbre y angustia invito a todos a acoger el don de la esperanza que viene de Cristo. Es Él quien nos ayuda a navegar por las tumultuosas aguas de la enfermedad, la muerte y la injusticia, las cuales no tienen la última palabra sobre nuestro destino final”. Si es cierto que nadie puede salvarse por sí mismo, entonces nuestra necesidad, nuestro anhelo de esperanza debe dar paso a la oración.

Sí, estamos llamados a orar. En la oración podemos ofrecer esperanza a través del perdón. La Eucaristía es la fuente del perdón. Después de que nosotros recibimos y somos alimentados en la mesa del Señor, estamos llamados como Sus discípulos a salir y llevar el perdón a nuestros hermanos y hermanas. Si cultivamos el perdón, encontraremos una reserva infinita esperándonos cuando nos encontremos con Dios. Porque, ¿podría alguien alimentar la ira contra otro y esperar la curación del Señor?

¿Cuál es el tipo de mundo que Dios nos está llamando a crear? Es un mundo por, con y en Dios. ¿Podemos decir honestamente que este es el mundo en el que vivimos? ¿Con qué frecuencia nos distrae lo profano en lugar de reconocer lo sagrado de cada momento? Dios nos corona de misericordia y compasión y nos pide que hagamos lo mismo por los demás. Los beneficios de Dios son fuentes de bendición y gratitud. Cuando estamos profundamente conscientes de todo lo que hemos recibido, entonces estamos gozosos y salimos a amar y servir al Señor. Cada uno de nosotros no está solo. Ya estamos en compañía porque Dios está con nosotros. Nosotros estamos llamados a apoyar la vida de los demás y con ellos al mundo entero.

El 13 de septiembre celebramos a nuestros sacerdotes mayores quienes han cuidado nuestras almas durante tantos años. Hay 67 sacerdotes diocesanos jubilados. Ellos representan el 48 por ciento de los sacerdotes diocesanos que sirven en la Diócesis de Orlando. La mayoría de estos sacerdotes todavía ayudan a las parroquias de manera regular, celebrando cada semana la misa dominical, realizando matrimonios y bautismos, y visitando a los enfermos en los hospitales. Sin estos hombres dedicados, muchas parroquias no podrían ofrecer la completa gama de misas y sacramentos que están disponibles actualmente.

Nosotros atendemos a las necesidades formativas de los sacerdotes jubilados centradas en cuatro aspectos: humano, espiritual, intelectual y pastoral. Anualmente proporcionamos apoyo financiero para estos hombres llenos de gracia a través de asistencia social con atención médica, atención de enfermería, reuniones de Adviento y Cuaresma, Convocatorias, Retiros “Envejeciendo con Gracia”, servicios de oración, certificación de ambiente seguro y celebraciones jubilares. Les invito a considerar una donación económica a través de la colecta especial del 13 de septiembre para el cuidado de nuestros sacerdotes mayores.

El 11 de septiembre recordamos con gratitud en oración a los socorristas que murieron mientras asistían a los heridos y moribundos después del ataque terrorista en nuestro país. El martes, 29 de septiembre hice la celebración anual de la Misa Azul a las 12:10 p.m. en la Catedral de St. James. Esta celebración anual de la Misa Azul nos permite, como comunidad de fe, orar por nuestros socorristas. Ellos apoyan la vida de los demás y con ellas al mundo entero. Les invito a participar en la celebración de la Misa Azul a través de una transmisión en vivo en www.youtube.com/orlandodiocese. Ellos han jurado proteger toda la vida. Por favor, oremos por estos hombres y mujeres que están llamados a servir a cada uno de nosotros.

Mis hermanos y hermanas en Cristo, que nuestro diario vivir sea una ofrenda de perdón. Que este perdón por medio de Cristo nos una los unos a los otros en esperanza y amor que sobrepasa.

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