Conságranos – Febrero 2021

Conságralos en la verdad:
tu palabra es verdad.
Juan 17:17

Mis hermanas y hermanos en Cristo:

Después de la toma de posesión del presidente Biden, recibí un correo electrónico en el que me preguntaban mi postura acerca de ofrecer la comunión al presidente Biden. La pregunta no era de verdadera indagación. La pregunta se formuló con una advertencia: “Dependiendo de su respuesta, voy a donar o no a su colecta”. Poco después de este correo electrónico, recibí otro con una advertencia diferente: “Dependiendo de su respuesta, puedo o no seguir participando en mi parroquia”. Recibí otro correo electrónico, “La gente de esta parroquia no está haciendo lo que se supone que debe hacer. Ya me fui de la parroquia. ¿Qué va a hacer al respecto?”.

Mi primera respuesta a estos correos electrónicos fue arrodillarme y orar. Mi oración fue esta:

Padre Nuestro que estas en el cielo
Santificado sea tu nombre
Venga a nosotros tu Reino
Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo
Danos hoy nuestro pan de cada día
y perdona nuestras ofensas
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
no nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Amén.

Hice hincapié en las palabras mientras oraba.

En la Colecta de la Misa del Quinto Domingo del Tiempo Ordinario, rezamos: “Mantén a tu familia a salvo, oh Señor, con un cuidado inquebrantable, para que, confiando únicamente en la esperanza de la gracia celestial, sean defendidos siempre por tu protección”.

Les digo, mis hermanas y hermanos en Cristo, que no hay nada en estas oraciones que califique a los que son llamados. No hay nada que diga, si usted hace esto, entonces tal vez yo haga aquello”. No hay nada dentro de estas oraciones que distinga quién puede orarlas y quién no.

Dios es nuestro pastor. Cada uno de nosotros, incluido yo mismo, somos Suyos. “El deseo de Dios está escrito en el corazón del hombre, porque el hombre es creado por Dios y para Dios; y Dios nunca deja de atraer al hombre hacia él. Sólo en Dios encontrará la verdad y la felicidad que nunca deja de buscar” (CIC27). No se puede distinguir a qué persona está hablando o buscando Dios.

Es la forma en que respondemos al llamado de Dios, “Sólo en Dios …” encontramos la verdad. ¿Qué significa esto para cada uno de nosotros? Significa que tenemos a Cristo dentro de nosotros para compartir con los demás. Significa que estamos siempre disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días del año para entregar la presencia de Dios en la tierra como en el cielo. Significa que debemos mirar dentro de nosotros mismos y expulsar a nuestros propios demonios para acercarnos a Dios. Jesús dijo: “El que esté libre de pecado entre ustedes sea el primero en arrojar una piedra” (Juan 8:7).

Jesús pasa su ministerio público mostrándonos que el amor no califica. El amor es unitivo con Dios y es diferente de lo que cualquier ser humano puede ofrecer por sí mismo. El amor que Jesús compartió en la tierra nos mostró el significado de ‘en la tierra como en el cielo’. Jesús no calificó su amor por nosotros cuando entregó su aliento en la cruz. Nos ofreció el amor divino. Su calificativo es la Eucaristía: ser Su cuerpo.

Sé que algunos de ustedes todavía se preguntan: ‘Pero, ¿cuál es la respuesta?’ Termino con la oración después de la Comunión del Quinto Domingo del Tiempo Ordinario.

Por favor reza conmigo:
Oh Dios, que has querido que seamos partícipes
en el único pan y el único cáliz,
concédenos, que oremos, para que
vivamos hecho uno en Cristo,
y podemos dar frutos con alegría
para la salvación del mundo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén

Conságranos en Tu verdad, oh Señor.

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