Mis Hermanas y Hermanos en Cristo:
Los apóstoles y las personas que llegaron a creer en Jesús eran muy diferentes. Algunos eran pescadores, fabricantes de tiendas de campaña o pastores; algunos carecían de medios económicos suficientes; algunos fueron educados, otros no. Jesús no vino a cambiarlos para que fueran la misma persona. Los amó tal como son, tal como te ama a ti y a mí. Reconoció que cada uno de ellos tiene sed de la presencia de Dios en su diario vivir. Jesús los une con la unción del Espíritu Santo. Con la unción viene su unidad y los fundamenta en Dios.
Nuestro Santo Padre comenta estas palabras de San Pablo a los Corintios: “Diversidad y unidad: San Pablo une dos palabras que parecen contradictorias. Quiere decirnos que el Espíritu Santo es el que reúne a muchos; y que la Iglesia nació así: todos somos diferentes, pero unidos por el mismo Espíritu Santo… pueblo de Dios, formado por el Espíritu, que teje la unidad desde la diversidad y da armonía porque el Espíritu es armonía. Él mismo es la armonía.”
El mundo en el que vivimos y participamos hoy realmente no es diferente de ese momento de Pentecostés. La separación del pueblo de Dios parece espantosamente lo mismo. Para aquellos de ustedes que participan en la celebración de la Misa, esta desconexión puede parecer que se trata de “otras personas”. Sin embargo, podemos ser parte de la creación de la desunión por nuestros propios pensamientos, palabras y acciones. Puede que hayamos olvidado que el amor de Jesús no es solo para ciertas personas, o para personas que piensan y actúan como nosotros. Más bien, Jesús nos muestra al atender a la gente, que Él ama a cada uno de ellos y desea que cada uno de ellos ame como Él ama.
Jesús está presente para nosotros en la Eucaristía, y lo recibimos por la trascendencia del Espíritu Santo cada vez que participamos en la celebración de la Misa. Él permanece con nosotros para que vivamos según Su Palabra. Lo recibimos como nuestro alimento espiritual para que sea Eucaristía en nuestro diario vivir.
Dios nos celebra como Su perfección, conociendo nuestras diferencias. San Pablo dice que estas diferencias son manifestaciones del Espíritu, y son necesarias para comunidades de fe sanas y fructíferas. Cuando me los encuentro, escucho historias del Espíritu Santo. Escucho acerca de su amor el uno por el otro. Aprendo de los santos entre ustedes cuando me hablan de la misericordia de éste, o del talento de aquél. Soy feliz de ser testigo de sus celebraciones mutuas a través de, con y en Dios.
Dios es regalo. El Papa Francisco dice: “Nuestra manera de ser creyentes depende de cómo entendemos a Dios. Si tenemos en mente un Dios que quita y que se impone, también nosotros querremos quitar e imponernos: ocupando espacios, exigiendo reconocimiento, buscando poder. Pero si tenemos en el corazón a un Dios que es don, todo cambia. Si nos damos cuenta de que lo que somos es su don, gratuito e inmerecido, entonces también nosotros querremos hacer de nuestra vida un don. Amando humildemente, sirviendo con libertad y alegría, ofreceremos a este mundo la verdadera imagen de Dios”.
Durante este mes de mayo, honramos a nuestra Santísima Madre que llevó el don de la unidad, Jesús. Nuestra Santísima Madre nos lleva a su Hijo para que podamos conocer a través de este don de la unidad, la paz eterna. Oramos con gratitud por nuestras madres terrenales que con su diario vivir y sacrificio nos presentan la trascendencia del Espíritu Santo para que podamos hablar como uno a través, con y en Dios. Oramos por nuestros sacerdotes recién ordenados, los padres Ángel García, Edgar Serrano y Zachary Parker, para que les sirvan como Jesús se ofrece.
A medida que se acercan los meses de verano, oren acerca de las formas en que se presentan a los demás como la imagen de Dios. ¡Como los primeros cristianos, sean embajadores de Dios para predicar las maravillas de Dios! Recen la Liturgia de las Horas, sean voluntario para servir a los necesitados a través de Caridades Católicas de la Florida Central u otro esfuerzo a través de su propia parroquia. Únanse a mí en la Peregrinación Eucarística: El Don del Misterio Sagrado a las 9 a.m. el 10 de junio en la Basílica del Santuario Nacional de María, Reina del Universo.
Juntos, en nuestra diversidad, oraremos como una comunidad de fe para conocer, amar y servir a Dios. Que seamos los constructores de la unidad de Dios, para ser Eucaristía.